miércoles, junio 09, 2010

el espejo

en los cóncavos agujeros de nuestro craneo se alojan dos ojos buscadores, de refinado juego y decana actitud que llevan merodeando el mundo visible muchos años grises y coloridos
abrigados por los párpados de la tarde se complacen revisando formas, texturas y desperdicios de la forma para reconstruir lo visible como un paisaje cercano...
en su diaria labor leen y leen la realidad enfrentada con anodina y profesional dedicación
vemos
miramos
vemos
un día el brillo impensable del reflejo los interroga despiadado sobre su propia realidad... un espejo luminoso y puro que devuelve la eléctrica pulsión de sentirse vivo...
vemos porque nos vemos
miramos nuestro reflejo
somos porque nos reflejamos
aderezado en un perfume humano la forma se transforma en vapor de diosas, en serena nube blanca, en sudor salado, en ruido intermitente
el jadeo de la profunda cueva de nuestro origen empapa sin miedo las tardes acaloradas... el reflejo nos quema el alma, la combustiona con mecha provocada... el hinojo de prometeo esconde la chispa sagrada...
tanta tristeza empaquetada se quema densa como una pasta dura perfumando el aire a tabaco de liar... se libera la vida... se libera el pasado
el espejo, sereno e inconfundible nos redime para siempre, caballero, para siempre, de tanto dolor escondido, de tanta mierda.
benditas las tardes de este verano en las que mirarse confiado en el espejo...
benditas...

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