desde el mar sopla contínua la brisa cargada de agua, y conforme el otoño avanza entre nuestras caras, empieza a extenderse un manto de frío y de oscuridad, ayuda el hecho de que nos hemos cansado demasiado de ver las cosa con el brillo del verano y nuestros ojos piden ya descanso, descanso, descanso.
hay nuevos olores, y antíguos, en las raras horas del amanecer, humedas y serenas, los otoños se reinventan así mismos como secuencias de autor, nunca son iguales, dudan , queman, refrescan, mojan , pero sí traen el olor de siempre, el de los dátiles madurando, las cañas quemadas, las mandarinas hinchandose poco a poco, , huele a caracoles, a hierba renacida, a humo de nuevo, el humo el otro gran olor de la antiguedad, que nos recuerda desde lo más profundísimo de nuestro coco, los días en que aun vivímos en cuevas...huele a sal, densa y triste, a cáñamo, a granada reventada, a juma de pino, y a cientos de cosas más que han estado esperando escondidas desde la calor a que llegase su turno
bendito desfile ...
viernes, octubre 12, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hi Pedro! Gracias por dejarnos disfrutar de estos retazos de tu poesía. Me has sorprendido como un John Wyne que cabalga valiente sobre su pluma (sus teclas en este caso), saltando tan tranquilamente del duro asfalto urbano al discurrir sosegado del Río Segura acariciando las huertas. Sigue escribiendo con honestidad y ese toque de ingenio contundente y humor ácido que te caracterizan...¿tendrán algo que ver los limones de la huerta murciana?
Publicar un comentario