siempre protegida en la umbría , el agua de nuestra esencia mantiene su inaccesibilidad con estas lánguidas guardianas pretorianas armadas de pequepinchos.
la libertad está hecha de agua clara... conseguirla es sangrar por la cara a base de pelear con las zarzas de nuestras decisiones diarias.
el combustible de la vida definitiva es esta agua clara y su precio cicatrices, en las manos, en el pecho y en los ojos.
hay que quedarse ciego? ese es el precio?
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