cuando estiradísmo el día se decide a dejar paso al señor crepúsculo le coje de la mano a este cegato ingrato para evitar desastres y le coloca frente al mundo sonriente... en esa mueca desde las profundidades del mundo conocido se le escapa por su anaranjada boca una brisa de atardecer fresca y confiada que anuncia indefectiblemente el perdón absoluto de los desmanes diarios...como en las tremendas fábricas al acabar la jornada se mezclaba el sudor seco, la mala leche y las angustias del tardor, al igual que en los campos endurecidos cuando se deciden a volver a casa se juntan el sabor a tierra en la garganta con la cerveza fresca... y cuántas escenas más... cuántas de esas comprimidas escenas se dan lugar en esos treinta minutos que dura el atardecer perdonándonos a todos, todo... haciéndonos sentir que el verano es ficción, la tarde verdad, y la noche sueño...
dejénse de prisas señores, está perdonada su mediocridad,
un quinto... por favor !!
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