somos natura, desde luego y nuestro juego de amores, odios, palabras e insultos, se enmaraña a diario en un registro sin regristo, una historia sin documentalista
los peces giran y giran en la pecera, olvidando a cada vuelta que el cristal que los envuelve es infinitamente curvo...malvadamente curvo.
nuestra complicada urdimbre de relaciones no nos hace vulnerables sino imperceptibles, deformes y ajenos a la visualización... somos invisibles en nuestro follón cotidiano para los ojos sensibles de las diosas... las que esperan solo la música refrescante de algún satirillo junto a la orilla
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