lunes, mayo 17, 2010

el drenaje

como cualquier depósito de materia impermeable...aunque eso se duda... el alma admite drenaje, más o menos continuo para descomprimir segundo a segundo los temblequeantes palos que la sujetan en alto...
desde que se inicia su juego de asumir y completarse con miles de sensaciones, caras, palabras e interacciones, desde ese momento anda destilando a su vez el excedente tóxico o nutritivo que se autofermenta en ella, según los días, claro...
la sustancia que gotea completa de olor, sabor y color se desparrama a veces estéril por campos vacíos...otras veces cae sobre el papel con la ayuda de un lápiz de color naranja... otras se cuela en el espacio virtual tableteada con un teclado blanco...otras viaja en el aire encriptada en telefonía...
pero no cesa
la constancia de ese exceso inevitable obliga a alimentarse a diario con más sensaciones... llenar para vaciar... ingresar para expeler...
si fuese un paquete cerrado y estanco en algún momento concreto posiblemente transformaría su interior como un vino viejo en un brandy... o se avinagraría apestosamente, cualquiera sabe.
constancia del fluir continuo, dejar que corra, que se mueva, que nada se detenga...que todo inevitablemente cambie...
drenar duele... sacar a veces pequeños cristales por heridas chiquitas, a veces grandes coágulos oscuros por la misma boca... sana pero duele...cansa, agota, espesa los ojos...
que extraño fermento vive en mi interior que no para de cambiar lo que entra... enturbiándolo con las noches y aclarándolo con los días?...
parásitos de las sensaciones...que entraron hace años y se pegan al estómago rancio...enzimas de la desazón, bacilos del vacío...
caballero, aclare su garganta con zumo de tomate, el ácido rojo se comerá esos bichos... y escupa las cáscaras a la tarde... deje que fluya... que fluya hombre!!
y a bañarse al mar



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